Es momento de innovar en el tema de las vacunas... necesitamos más vacunas para más enfermedades...
El caso reciente de un niño de 6 años afectado gravemente de difteria y no vacunado contra la misma ha llenado tristemente la prensa de artículos a propósito de la vacunación, o del derecho de los padres a no aceptarla.
Aunque en situaciones como ésta se suele reconocer de forma inmediata el inmenso valor de las vacunas, lo cierto es que la necesidad de seguir vacunando sigue siendo injustamente cuestionada
Entre las razones para ello, paradójicamente, se encuentra la propia efectividad de las vacunas, ya que el hecho de que hayan permitido proteger a la población contra toda una serie de enfermedades puede conducir, por un lado, a la percepción de que el riesgo es mayor que el beneficio —ya no se detectan casos o se detectan pocos— y por otro de que el entorno vacunado protegerá a aquellos que no lo estén.
A todo ello, por supuesto, cabe añadir los casos de rechazo a las vacunas por los que les achacan efectos nocivos no probados.
Pero en paralelo se puede hacer mucho más. Las grandes líneas de la innovación en este campo —y la lista no es exhaustiva— incluyen:
1) Desarrollar nuevas vacunas. Uno de los ejemplos más recientes del interés de disponer de una nueva vacuna y cuanto antes posible es el del virus del Ébola. El novedoso desarrollo clínico que se está siguiendo no solo nos llevará a obtener un producto, sino que ofrecerá varias lecciones posiblemente aplicables a otros.
2) Mejorar algunas de las vacunas existentes. La innovación, a veces, consiste en mejorar un producto ya existente dando lugar a otro —que si se quiere puede llamarse “nuevo”— con características similares pero con un plus: por ejemplo, una de las dos compañías con productos en el mercado contra el virus del papiloma humano ha producido recientemente una versión mejorada, cuya formulación permite actuar no solo contra los dos tipos oncogénicos predominantes contenidos en la vacuna original, sino contra un espectro más amplio.
3) Facilitar la administración de las vacunas. Las vacunas se suelen administrar por la vía parenteral con un inyectable, pero si en vez de utilizar la jeringa y la aguja clásicas utilizamos un “parche de micro-agujas” no solamente puede resultar más fácil y más agradable al paciente, sino que podría ser incluso más eficiente. Este sistema está probándose para la vacuna anti-sarampionosa, entre otras.
4) Utilizar las vacunas de manera diferente y novedosa. Por ejemplo, reducir las dosis espaciándolas convenientemente en el calendario vacunal representa una manera eficiente de mejorar la cobertura, ya que se reduce el número de contactos.
5) Incrementar la accesibilidad a las vacunas a quienes más las necesitan. A través de diferentes estrategias, como por ejemplo nuevos métodos que abaraten la producción, nuevas compañías que estén dispuestas a producirlas, formuladas de manera que se evite o simplifique la cadena del frío, etc., los sistemas sanitarios pueden ver su tarea facilitada